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Nace en Tucumán el escritor y profesor autor de obras como "El Santo de la Espada", "El profeta de la pampa" y "El país de la selva". Rojas falleció en Buenos Aires en 1957. Su casa de la calle Charcas, de estilo colonial, cuyo frente reproduce el de la Casa de Tucumán, es hoy museo, centro nacional de cultura. VIDEO
Cultura14 de septiembre de 2012Escritor e historiador literario; poeta romántico; nacionalista. Nació en Tucumán, de antiguas familias materna y paterna hipano-argentinas.
Su infancia transcurrió en Santiago bajo la égida paterna del progresista mandatario Absalón Rojas, el fundador de 100 escuelas que destinó la mitad del presupuesto provincial al fomento de la educación, título que recordara orgullosamente su hijo. Se educó en Santiago del Estero y egresó como bachiller del Colegio Nacional en 1898; se trasladó a Buenos Aires para estudiar derecho pero en 1903 se dedicó en cambio a la vida literaria
Su primer libro fue "La Victoria del Hombre", en 1903, aunque la consagración habría de llegarle con "El País de la Selva", de 1907, uno de los libros más representativos de la cultura nacional; en 1909 publicó La restauración nacionalista, exhortando a los argentinos a estudiar su pasado seriamente y a enseñarlo a toda la juventud argentina; al año siguiente, Blasón del Plata apelaba místicamente al orgullo nacional; luego, Argentinidad, que describía el proceso democrático del período de la independencia y Eurindia, que enfatizaba la deuda cultural argentina a sus herencias europeas e indígenas; es probable que su más importante contribución haya sido su extensa Historia de la literatura argentina 4 v (Buenos Aires, 1917-1922; 4ª edición, 9 vols. 1957); su biografía de José de San Martín, El Santo de la Espada, apareció en 1933 y fue traducida poco después al inglés; se lo considera el padre de la escuela literaria de los nacionalistas; como liberal, también criticó "el egoísmo, la arrogancia y la indolencia, favorecidos por el exceso de recursos nacionales" de la gente así como la corrupción moral general y el soborno en el gobierno;
Doctor en Honoris Causa de varias universidades, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires, es el nombre mayor que la intelectualidad santiagueña entregó al país. Murió en Buenos Aires; en 1958, su viuda Julieta Quinteros donó su casa en Buenos Aires (Charcas 2837) al gobierno; se la convirtió, con todo lo que había dentro, en museo y biblioteca.
Para completar esta biografía incluiremos los datos debidamente corregidos que se brindan en www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/ricardo_rojas.htm
Poeta, historiador, ensayista, biógrafo, crítico literario y profesor universitario argentino, nacido en Tucumán en 1882, y fallecido en Buenos Aires en 1957. Humanista fecundo y polifacético, preocupado tanto por la historia de las Letras como por la indagación acerca de la identidad nacional, dejó un valioso legado crítico e histórico que le convierte en una de las figuras más influyentes del panorama intelectual argentino de la primera mitad del siglo XX.
Nacido en el seno de una familia provinciana perteneciente a esa oligarquía arrinconada y empobrecida por su distanciamiento del floreciente núcleo cosmopolita que comenzaba a ser Buenos Aires, el joven Ricardo Rojas creció envuelto por una inquietud nacionalista que, en cierto modo, era fruto de la necesidad de sentirse ligado -dentro de su forzada lejanía- a una aventura histórica común. Estas circunstancias biográficas determinaron que, tan pronto como sus innatas dotes intelectuales le hubieron inclinado hacia el estudio de las humanidades, decidiera implicarse estrechamente en la corriente ideológica que, hacia 1910, se extendió por toda la Argentina bajo el nombre de "primer nacionalismo cultural".
Surgido al socaire de la celebración del primer centenario de la independencia del país austral, este movimiento intentaba dar una coherencia satisfactoria a una noción de nacionalidad que, en aquellos momentos, tenía que incluir forzosamente a la población indígena y, sobre todo, al populoso grupo humano de los inmigrantes y sus primeros descendientes (nacidos ya en Argentina).
Dentro, pues, del ambicioso proyecto intelectual que se propuso desarrollar Ricardo Rojas desde su faceta de pensador e historiador de la literatura, la inserción de la población foránea que ya se sentía argentina (y que compartía, con el resto de los habitantes de aquel territorio, un mismo sentimiento de nacionalidad) constituyó una de sus principales preocupaciones, a la postre resuelta por vía de la integración cultural. Así pues, en la obra de Rojas la cultura (y, muy especialmente, una de sus más extendidas manifestaciones: el fenómeno literario) se convierte en el elemento integrador por excelencia, el que permite concebir la identidad nacional argentina como el producto de un cruce de razas y procedencias muy diversas, y el que deja lugar -bien es verdad que dentro de una escala jerárquica que recuerda su pertenencia a la rancia oligarquía provinciana- a la inclusión, en un mismo concepto de "nación", de indígenas y emigrantes.
Lógicamente, este monumental proyecto del escritor de Santiago del Estero no se desarrolló sólo por vía de la imprenta, ya que Ricardo Rojas lo alentó y sostuvo en cuantos organismos e instituciones prestó sus servicios. Fueron, en este sentido, ejemplares sus labores realizadas en las universidades de La Plata y Buenos Aires -en donde ejerció la docencia en calidad de profesor de Literatura y Filosofía-, y fomentó la creación de una cátedra que habría de convertirse en un hito histórico dentro de la andadura universitaria de la joven nación: la de Literatura Argentina. Además, impulsó de forma decisiva la creación de un instituto de investigaciones que permitió desarrollar numerosos aspectos de su propio proyecto y de otros objetivos ajenos, y ofreció un vigoroso apoyo a la publicación de documentos históricos relacionados con el pasado argentino, así como a la edición de obras literarias de toda índole (aunque con especial atención a los clásicos universales y las piezas emblemáticas del hasta entonces exiguo corpus libresco específicamente argentino). Rojas fue, en efecto, uno de los responsables de la fijación del Martín Fierro (1872), de José Hernández (1834-1886), como la piedra fundamental de la identidad cultural argentina, dentro de una más amplia concepción del género gauchesco como el elemento emblemático de una literatura específicamente argentina, y opuesta -por esta misma especificidad- a lo que, ante el crisol cosmopolita de las aportaciones de los distintos grupos de emigrantes, el propio Rojas tildó de "babelización" del país. Cabe señalar, al respecto, que todo su trabajo de reconstrucción histórica y análisis del presente descansa en dos corrientes de pensamiento plenamente decimonónicas: el romanticismo (patente en su apasionada búsqueda de las señas de identidad nacional; en la valoración ética y estética de ciertos modelos indiscutiblemente románticos -como el gaucho-; etc.) y el positivismo (que confiere a su trabajo un acusado acento historicista, y una metodología basada en la ordena ción cronológica de los distintos períodos abarcados).
Sin duda alguna, la obra que mejor define todas las características e intenciones del proyecto cultural de Ricardo Rojas es su monumental Historia de la literatura argentina (Buenos Aires: La Facultad, 1917-1922), publicada en cuatro volúmenes y considerada la primera reconstrucción histórica de las Letras australes propiamente dicha. A pesar de su importancia como instrumento imprescindible para el estudio de la literatura hispanoamericana, este valioso trabajo de Ricardo Rojas anuncia, ya desde su explícito subtítulo (Ensayo filosófico sobre la cultura en el Plata), un ambicioso objetivo que rebasa las meras preocupaciones del crítico literario para adentrarse en profundas reflexiones acerca de la identidad cultural de la nación.
El resto de su producción impresa se completa con otros títulos tan notables como El alma española (Valencia: Sempere, 1907); La restauración nacionalista (Buenos Aires: Ministerio de Justicia e Instrucción pública, 1909); Blasón de Plata (Buenos Aires: La Nación, 1910); Los lises del blasón (Buenos Aires: Martín García, 1911); La argentinidad (Buenos Aires: La Facultad, 1916); Eurindia (Buenos Aires: La Facultad, 1924); La historia en las escuelas (Buenos Aires: La Facultad, 1930); El radicalismo de mañana (Buenos Aires: Rosso, 1932); El santo de la espada: Vida de San Martín (Buenos Aires: Anaconda, 1933); Ollantay. Tragedia de los Andes (Buenos Aires: Losada, 1939); Un profeta de la pampa. Vida de Sarmiento (Buenos Aires: Losada, 1945). Otras obras suyas son El país de la selva y Archipiélago.
Además de estos títulos, Ricardo Rojas -cuya residencia bonaerense se convirtió, después de su muerte, en biblioteca y museo- fue autor del poemario juvenil Romance de ausencias, en el que son notables las influencias del modernismo y el neo-romanticismo.
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