Juliana González estrena “Kintsugi": un desamor entre Tucumán y Japón
Este sábado a las 21, la actriz tucumana vuelve a las tablas con una obra inspirada en hechos reales que propone un cruce entre lo íntimo y lo universal.
Este sábado a las 21, la actriz tucumana Juliana González —con más de 20 años de trayectoria en teatro, stand up y docencia— presentará en la Sala Ross (Laprida 135) su nuevo trabajo: “Kintsugi (exposición de una ruptura)”, una obra inspirada en hechos reales que propone un cruce entre lo íntimo y lo universal.
En escena, González interpreta a María, una mujer que, tras el fin de una relación, decide no atravesar sola ese proceso y convoca al público a compartir la intimidad de “su película”. La propuesta, que combina teatro y recursos audiovisuales, tiende un puente entre el imaginario nipón y la cotidianeidad tucumana para explorar emociones ligadas al amor, el desamor y los vínculos.
La dirección está a cargo de Ezequiel Martínez Marinaro, actor y cineasta con reconocimiento en festivales nacionales e internacionales, mientras que la dramaturgia fue creada en conjunto con González. El equipo se completa con Camila Caram (asistencia de dirección/arte) y Carolina Bloise (difusión y producción).
“Kintsugi es un trabajo unipersonal teatral que surge de una necesidad personal de actuar. Durante varios años, me he dedicado al stand-up y a la comedia, lo que me había alejado del teatro. Sin embargo, en un momento determinado, sentí el impulso de volver a las tablas. Para ello, decidí inscribirme en un taller de escritura dirigido por mis amigas María José Medina y Luli Casanova”, comentó González, en diálogo con TucumánHoyEnDía.
¿Cómo fue el proceso creativo?
A lo largo de varios meses, trabajé en mis escritos, y paralelamente, comprendí que para llevar a cabo este proyecto necesitaba un compañero. La idea de hacer teatro en solitario me parecía imposible. Así fue como contacté a Ezequiel Martínez, un amigo de muchos años, con quien compartí talleres y obras desde nuestra adolescencia. Nuestra amistad se ha fortalecido a lo largo del tiempo, y ambos conocemos lo que nos conmueve”.
¿Cómo comenzó el trabajo de dramaturgia?
En uno de mis escritos, me detuve en una experiencia personal relacionada con mi separación. Escribí sobre un fragmento de esta ruptura amorosa que tuvo lugar en un bar, después de diez años de relación. La ruptura fue repentina y me dejó en un estado de shock, como si el mundo se hubiera detenido a mi alrededor, rodeada de personas jugando al pool y disfrutando de la música.
Ezequiel se interesó en esta situación y me sugirió que exploráramos esa línea narrativa, ya que consideraba que era sumamente interesante. Así, comenzamos el proceso de dramaturgia, trabajando juntos en el desarrollo de la obra. Aunque la historia está influenciada por mis experiencias personales, queríamos darle un enfoque de ficción que permitiera explorar otros matices que no se limitan a lo autobiográfico.
¿De qué se trata la obra?
El personaje principal, María, se encuentra en una charla que prepara un set escénico para contar su versión de la separación. Sin embargo, su verdadero objetivo es reconstruir los hechos. A medida que avanza la historia, María experimenta una montaña rusa de emociones, enfrentándose a diferentes matices que enriquecen la obra. No todo se rige por el dolor; en el proceso de duelo amoroso, ocurren diversas situaciones que permiten al personaje explorar y expresar una amplia gama de sentimientos. Esta diversidad emocional es lo que hace que la obra sea entretenida, divertida y, a la vez, dolorosa.
¿Por qué elegiste un nombre japonés para la obra?
El título "Kintsugi" tiene una explicación teórica que se relaciona con un arte japonés que consiste en transformar piezas rotas, volviéndolas a unir mediante una lámina muy fina de oro. Este proceso permite que las piezas se reconstruyan, mostrando la línea de la ruptura, pero a la vez resignificándolas de una nueva manera. Nos pareció interesante trasladar este concepto a las relaciones humanas.
Si consideramos el concepto de Kintsugi, es interesante asociarlo con temas universales como el desamor, el amor y la muerte, que son experiencias que atraviesan a todos. Sin embargo, no buscamos transmitir un mensaje específico a través de la obra; no pretendemos decir que las rupturas son positivas.
Entre Tucumán y Japón
Juliana comentó que “en Tucumán, existe una comunidad japonesa, incluida la Asociación Japonesa de Tucumán, donde conocimos a Hasimoto, un anciano japonés. Nos interesaba vincularnos con él y con la cultura japonesa. Al enterarnos de su presencia en Tucumán, no dudamos en visitarlo para que nos contara sobre su llegada a la región y lo que le atrajo de ella. Fue sorprendente escuchar su relato, en el que mencionaba que los japoneses suelen ser percibidos como personas frías y distantes. En contraste, él quedó impresionado por la calidez de los tucumanos, quienes somos afectuosos y expresivos” y agregó que “este contraste nos llevó a reflexionar sobre la riqueza de los vínculos humanos y cómo cada cultura aborda sus dolencias, rupturas y temas universales de maneras diferentes”.
¿Cómo se formó el grupo de trabajo?
La elección del grupo de trabajo fue fundamental. Después de convocar a Ezequiel y recibir su confirmación, comprendimos que necesitábamos darle forma escénica a la obra. Para ello, pensamos en Cami Caram, una artista plástica que se encargaría de la dirección de arte, las luces y la asistencia de dirección. Trabajar con amigos ha sido una experiencia muy gratificante y divertida.
¿De dónde se conocían?
La conexión entre nosotros se remonta a muchos años atrás; todos nos conocemos del mismo taller. Elegir trabajar juntos fue una decisión natural, ya que laborar con amigos aporta una dinámica especial. Después de los ensayos, seguimos discutiendo ideas y maquinando en el grupo de WhatsApp, o simplemente salimos a tomar algo y continuamos conversando.
Agendá
Sábados de septiembre – 21 horas.
Sala Ross – Laprida 135
Anticipadas con descuento: $15.000
Generales: $18.000
Entradas disponibles al 3815403366.
Instagram: @kintsugi_obra
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