
La expresidenta reapareció este lunes en la sede del Partido Justicialista con duras críticas al Gobierno y al Poder Judicial. Estas fueron sus definiciones más destacadas.
Scioli es el conejito de Duracell que sigue con la pila a full, tiki, tiki, tiki, sin que le importe lo que le digan o hagan, mientras los otros se desgastan, se caen o van perdiendo fuerza. Su lógica es permanecer.
Politica09 de junio de 2025 Hugo AschEL INCREÍBLE CASO SCIOLI
Conocí a Daniel Scioli en la quinta de Marcos Cytrynblum, mi amigo y ex jefe de redacción de ‘Clarín’, un par de semanas después del terrible accidente que sufrió el 4 de diciembre de 1989 mientras competía en la Segunda Etapa de los ‘Mil kilómetros del Delta’, en el Río Paraná.
Una ola creada por el cruce de un buque petrolero impactó de lleno en la lancha que iba a fondo y la hizo volar, literalmente. El brutal golpe contra la hélice le amputó el brazo derecho por arriba del codo.
El día antes de la tragedia, el domingo 3, Scioli había corrido la Primera Etapa con Carlos Menem como coequiper. Al final todo era felicidad: levantaron juntos un trofeo y posaron para los fotógrafos. Tapas de diario aseguradas.
Antes de las fiestas de aquel año, Marcos organizó un festival para recaudar fondos para su 'Fundación Del Viso', que trabajaba asistiendo a los barrios más necesitados.
El boxeador Pedro Décima, vecino de la zona, había ganado el título mundial de los Supergallos, así que Tito Lectoure consiguió un ring profesional y yo llevé a mi amigo Sergio Palma, ex campeón mundial en la misma categoría, para que juntos hicieran una exhibición.
También fue Scioli.
Era la primera vez que se mostraba en público. Trajo un panel de la lancha destrozada para el museo de la Fundación y dijo que estaba listo para jugar al fútbol. Guillermo Coppola, que recién había roto su contrato con Maradona y era otro de los invitados, estaba impresionado por la actitud positiva de Scioli. “Parece intacto”, me dijo.
Lectoure, en voz baja, le explicaba a Coppola: “Por más que trate de parecer fuerte, el período depresivo luego de una amputación es inevitable Yo lo viví con Rocky Flores, un chico que apadriné y pintaba para campeón, que perdió la mano derecha en un accidente de tren. Lo ayudé, le di el kiosco del Luna para que lo trabaje, pero le costó mucho superarlo. Este muchacho pronto tendrá que trabajar la pérdida. Eso me explicaron los psicólogos”.
Daniel Scioli parecía ser la excepción a la regla de la que hablaba Lectoure. Cuando llegó la hora del partido jugó de 9, como siempre. Nadie quería rozarlo. Lo dejaban recibir, no lo tocaban.
Scioli pareció darse cuenta y tuvo una reacción increíble. Empezó a pegar. A la tercera murra, los ánimos de los rivales se caldearon y ya a nadie le importó que le faltara un brazo. Trababan fuerte y lo revoleaban por el aire.
Eso quería: que no le tuvieran lástima.
Luego de la exhibición, subió al ring con Marcos, Palma, Décima, Cóppola y todos nosotros. Saludó. Lo ovacionaron. Dijo que se sentía bien y que seguiría corriendo en lancha, ya vería cómo. Su preocupación era mantener a sus sponsors, especialmente YPF.
La fama de campeón de Motonáutica de Scioli se creó con carreras en la Clase II, una categoría complementaria donde participaban pilotos locales de cada ciudad europea. Él viajaba a todos lados, y con un motor más potente. Eso le aseguraba ganar, sumar puntos, ganar el título y tener muchos podios con champagne al estilo Formula 1, todo televisado por el Canal 9 de Romay donde su padre José era socio.
Me volví a encontrar con Scioli en junio de 1990, cuando Marcos decidió agasajar con un asado a dos de sus ‘preferidos’ que asumían cargos importantes: Rolo Andrés como director de la ‘Editorial Abril’ y yo, nuevo subdirector de ‘Gente’.
La reunión se hizo en el bonito quincho de madera que Scioli tenía en su casa de Callao 2000. Daniel, siempre con Karina Rabolini al lado, era simpático, muy atento con cada invitado.
Había de todo: políticos como Julio Mera Figueroa, ministro del Interior de Menem; Miguel Quinteros y Miguel Najdorf, maestros internacionales de ajedrez; o Virgilio Machado Ramos, caudillo peronista de la zona oeste, tres veces presidente del Deportivo Morón. Scioli iba y venía. Controlaba el asado, ordenaba llenar platos y copas. Ya usaba su prótesis, se movía con bastante soltura.
La prensa ya había descubierto el tema de la hija que recién reconoció a sus 12 años, poco después del accidente. La madre, Margarita Beltrán, la tuvo en 1977 y finalmente denunció el caso en la revista ‘Noticias’. La cara de Lorena era la de Scioli. Un calco. No fue fácil, pero al fin lo aceptó. Nada parecía perturbarlo emocionalmente.
‘Casa Scioli’, el negocio familiar de electrodomésticos que pasó a manejar, entró en crisis terminal y quebró. Buscó una salida en el mismo rubro, se contactó con la multinacional sueca Electrolux y desde 1994 se convirtió en su director en Argentina. Hasta 1997.
Ese año le cambió la vida.
Abandonó para siempre los esquivos artefactos eléctricos y aceptó la audaz propuesta de su amigo Menem: ser candidato a diputado en la ciudad.
Se presentó, ganó una interna y sacó el 17,99% de los votos. Listo.
Yo no lo podía creer. Ojo, me caía bien Daniel. Recuerdo que en 1992 edité unas ‘Memorias’ para ‘Caras’ escritas por Cristina, mi hermana, donde él contaba cómo tuvo que aprender a escribir con la izquierda, a hacerse el nudo de la corbata con una mano. Mostró todos sus cuadernos escritos con letras de escolar.
Impresionaba su fuerza de voluntad.
Pero, ¿un diputado? ¿Daniel? No era serio. En broma ‒y no tanto‒ afirmé más de una vez que si él corría en lancha era porque solo tenían dos velocidades: una hacia adelante y otra hacia atrás.
Para mí era un chico rico amante de la noche y las modelos, nada que ver con la política. Lo mismo pensaba de su compinche de época Mauricio, el hijo de Franco Macri.
Que lo quisieran o lo subestimaran no le importaba demasiado. Él seguía adelante. No paraba. Estilo locomotora para unos, burro con orejeras para otros.
En 2001 Argentina era un caos, las gemelas se caían en Nueva York, el mundo enloquecía y Scioli fue reelecto. Enseguida pidió licencia para jurar como ministro de Deportes de Adolfo Rodríguez Saá, que cayó a los pocos días. Él también renunció, pero Duhalde, el nuevo presidente, lo ratificó en el cargo.
Una locura, todo. “Bueno, el deporte es lo suyo”, trataba de entender yo, que mucho no entendía, mientras juntaba lo que me quedaba y volaba a Madrid en busca de alguna revista para hacer. La conseguí al mes, por suerte.
Pasé dos años trabajando en Madrid y me olvidé de Daniel. Hasta 2003.
Cuando supe que Daniel Scioli era el vicepresidente de Néstor Kirchner, el tipo que me hacía acordar a Tristán y que de toda la oferta electoral era lo que más me gustaba, me preocupé. Quería que ganara.
Lo llamé a Marcos. “¿Kirchner lo lleva a Daniel de vice? ¿En serio? No me jodas…”, pregunté. “No Huguito, al contrario, le va a arrimar votos: hizo buena gestión, es popular, la gente lo quiere”, me explicó.
Ah, bueno. Me había ido de un país medio loco y las cosas no parecían haber cambiado demasiado.
Mil candidatos. Primero Menem con 24,45, segundo Kirchner con 22,25. Ballotage. Menem se borra. Tristán presidente. Daniel Scioli es el vicepresidente de la Nación. Mamita.
Volví en 2004 a Buenos Aires para sacar la visa y volver a Madrid, pero decidí quedarme. Por amor, como casi siempre hago, pero también porque el país no era el mismo. Se podía trabajar, vivir.
Enseguida vi cómo a Scioli le pasaba lo mismo que a muchos otros vices, que terminaban como solistas de campanita del Senado. Pero este caso era de los peores: el ninguneo y las críticas internas eran feroces. De entrada quiso diferenciarse de las posturas progres de Kirchner y lo frezaron.
“Ya está, hasta acá llegó, igual tiene mucho mérito lo que hizo”, pensé. Te equivocaste de nuevo, Asch: hiciste pis a kilómetros del tarrito.
Ya ni sé cómo, pero lo logró. El gobierno que lo tenía congelado lo candidateó en 2007 para la provincia de Buenos Aires con Alberto Balestrini de vice. Ganó con el 48,24%. Scioli gobernador. No te puedo creer. En 2010 muere Néstor Kirchner. En 2011 lo reeligen con Gabriel Mariotto de vice, con el 55,07%.
Only in Argentina.
Scioli es el conejito de Duracell que sigue con la pila a full, tiki, tiki, tiki, sin que le importe lo que le digan o hagan, mientras los otros se desgastan, se caen o van perdiendo fuerza. Es su lógica. Permanecer en modo corcho. El tipo sigue. Y cómo.
Llegan las elecciones de 2015 y nadie estaba muy seguro para quién iba a jugar Scioli. El periodista Juan Cruz Sanz entrevistó a su hermano Pepe y le hizo la pregunta del millón.
‒¿Su hermano se va a quedar en el oficialismo o sus planes son ir por afuera con otra alianza?
Muchos creían que Macri tentarlo para que se pase al PRO: Pepe Scioli contestó firme, seguro, pero nunca me quedó claro si lo que dijo era a favor o en contra.
‒¡Pero no...! El que dice eso no lo conoce. Si hay una virtud que todos le reconocen a Daniel es su lealtad al espacio que pertenece. Fue leal a Menem. Fue leal a Duhalde, fue leal a Néstor y ahora lo es con Cristina.
Ah bueno.
Por alguna razón el dedo de Cristina lo apuntó. Los compinches que salían en busca de modelos en los ’80 se enfrentaron en un debate histórico donde Scioli, en modo Horangel, le adelantó a Macri todo lo que su gobierno iba a hacer, él negaba y finalmente hizo, aunque más lento de lo que hubiese querido (lloriqueó después, con Milei en el poder).
Fue su noche de gloria.
Ganó las generales, pero perdió el ballotage por un pelito: 51,34 a 48,66.
Después, desapareció del mapa.
En 2017 fue quinto en la lista de diputados para la provincia de Buenos Aires detrás de Fernanda Vallejos, Fernando Salvarezza, Fernando Espinoza y Vanesa Siley. Entró.
En 2019 el dedo de Cristina apuntó a Alberto Fernández. Scioli continuó en modo fantasma y en marzo de 2020 se instaló en Brasilia, como embajador.
Volvió en 2023, después de la pandemia, a ver qué onda. Atento al caos reinante y la poca oferta, se ofreció como candidato. Alberto Fernández lo imaginaba con Victoria Tolosa Paz de vice y Scioli que sí, dale, yo voy.
Pero no. Otra vez tocó ninguneo. El dedo de Cristina amagó con Wado-Manzur pero eligió a Massa-Rossi.
El segundo semestre fue un horror y en medio del horror, ganó el horror. Javier Milei, el excelentísimo Deficiente a Cargo.
La máquina de lealtad sciolista de la que hablaba su hermano Pepe, le reveló que ya era hora de ser leal a Milei, que por algo había sacado el 55,65% de los votos. “Siempre quiero que le vaya bien a la Argentina, por eso apoyo al presidente”, razonó. Bravo. ¡Ése es mi muchacho!
“Si esto sigue así, a Milei van a dar el Premio Nobel de Economía. Estamos viendo una transformación increíble en solo cinco meses”, dijo Scioli en mayo, dedito hacía arriba.
La transformación, en efecto, resultó increíble. Pero como para darle una perpetua, no un Premio Nobel.
Desde el 30 de enero de 2024 es el Secretario de Turismo, Ambiente y Deporte de Milei, y ahora trabaja para imponer el proyecto de las Sociedades Anónimas Deportivas, un viejo sueño de Mauricio Macri que le bochó Grondona.
El muchacho que corría en lancha porque tenía solo marcha adelante y marcha atrás, el que de la nada hizo una carrera política notable, el hombre que brindó su lealtad a Menem, a Duhalde, a Kirchner, a Cristina y ahora a Milei, sigue adelante. No para.
Como una locomotora, como un burro con orejeras.
“Con fe, con esperanza…”, repetía como una letanía cuando era gobernador y hablaba de desarrollo productivo, de proyecto nacional, de inclusión social.
“Con fe y con esperanzaaaa, ¡¡la libertad avanza!!”, dice ahora, remarcando la rima.
Le salió otro versito.
Facebook de Hugo Asch
La expresidenta reapareció este lunes en la sede del Partido Justicialista con duras críticas al Gobierno y al Poder Judicial. Estas fueron sus definiciones más destacadas.
ADIUNT convoca a un cese de actividades en reclamo de salarios dignos y en defensa de la universidad pública ante el ajuste presupuestario. Se realizarán el 11 y 12 de junio.
"Creo que no es descartable el rumor de que uno de los tres (está en duda); sería (Carlos) Rosenkrantz , que ha votado muy bien en otros temas nacionales", resaltó.
El vicegobernador confirmó que el decreto de intervención será tratado en sesión extraordinaria este jueves, y anticipó que el cuerpo legislativo acompañará la medida impulsada por el Ejecutivo.
A través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) designó como normalizador a Guillermo Norry, quien hoy cumplía funciones en el Instituto de Previsión. Allanaron la casa del ahora exintendente Luis Campos.
En el solar ubicado en Bernabé Aráoz y Bolívar, todos los viernes de junio se presentará la obra Pasión por la Patria. Alumnos de la escuela Bernardo de Irigoyen disfrutaron de la función inaugural
Scioli es el conejito de Duracell que sigue con la pila a full, tiki, tiki, tiki, sin que le importe lo que le digan o hagan, mientras los otros se desgastan, se caen o van perdiendo fuerza. Su lógica es permanecer.
La medida fue adoptada por el gobernador, Osvaldo Jaldo, con el fin de normalizar la gestión del municipio del sur tucumano a raíz de investigaciones judiciales sobre causas de narcotráfico.
"Creo que no es descartable el rumor de que uno de los tres (está en duda); sería (Carlos) Rosenkrantz , que ha votado muy bien en otros temas nacionales", resaltó.