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Cuando el ocio se vuelve apuesta…y se pierde

Una investigación del CONICET advierte sobre las apuestas entre jóvenes universitarios y analiza qué factores psicológicos aumentan el riesgo de desarrollar comportamientos problemáticos.

Información General25 de noviembre de 2025RedacciónRedacción
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El boom de las apuestas

El celular vibra. En la pantalla, una aplicación ofrece un bono de bienvenida para apostar “sin riesgo”. Alcanza con crear una cuenta; el dinero virtual ya está acreditado. No hace falta moverse del sillón. En cuestión de segundos, la adrenalina del azar se mezcla con la ilusión del control. Del otro lado, hay jóvenes que no pisan un casino, pero pasan horas pendientes del resultado de un partido o del giro de una ruleta digital.

Desde su laboratorio del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Yanina Michelini, investigadora del CONICET, comenzó a observar este fenómeno en profundidad. Lo que al principio era un proyecto centrado solo en consumos de alcohol y marihuana entre jóvenes universitarios, pronto amplió sus horizontes. “Cuando iniciamos el estudio, las apuestas online empezaban a tener un auge muy grande, sobre todo en pandemia -cuenta la doctora en Psicología -. Decidimos incluirlas porque se habían convertido en un comportamiento con potencial riesgo: de fácil acceso, y altamente reforzante”.

El proyecto, que formó parte de su postulación a carrera de investigadora, busca identificar factores de riesgo y de protección en jóvenes de 17 a 27 años frente a diferentes comportamientos problemáticos. “Queríamos entender por qué algunas personas son más o otras menos propensas a involucrarse en estos comportamientos”, explica. 

Apuestas online y un panorama que se agudiza

Los investigadores realizaron un estudio longitudinal, es decir, un estudio en el que se evaluó a las mismas personas varias veces a lo largo del tiempo. Puntualmente en este caso, las personas fueron evaluadas tres veces a en un periodo de 1 año y medio (entre febrero de 2024 y julio de 2025). Participaron estudiantes universitarios de distintos puntos del país que estudiaban en la Universidad Nacional de Córdoba o en la Universidad Tecnológica Nacional y residían en Córdoba Capital y alrededores. “Los resultados que tenemos ahora son de la primera medición, y los datos de las siguientes están siendo analizados”, aclara, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

En su estudio, observaron que el 36 por ciento de los jóvenes que hacen apuestas online lo hacen todas las semanas. Entre los tipos de apuestas online más frecuentes están las de tipo casinos como máquinas tragamonedas y juegos de mesa. También son frecuentes las apuestas deportivas y la compra de loot boxes o cajas misteriosas en videojuegos.

Además, encontraron que el 40 por ciento de los jóvenes que hacen apuestas online exhiben algún tipo de problema asociado como tener dificultades para controlar el comportamiento o tener problemas económicos, para cumplir con obligaciones o para mantener vínculos, entre otros. Esta es una cifra que para la investigadora “es preocupante, porque casi la mitad de quienes apuestan lo hacen de una forma problemática”.

Distorsiones cognitivas y regulación emocional

Uno de los hallazgos más relevantes del trabajo tiene que ver con las distorsiones cognitivas: falsas creencias sobre el control del azar. “Muchos creen que tienen habilidades especiales o que pueden anticipar cuándo va a salir una jugada ganadora. Esa ilusión de control del comportamiento aumenta el riesgo de que se vuelva problemático”, explica la científica del IIPSI.

A eso se suma otro factor: la dificultad para regular las emociones. “Las personas que tienden a evitar o tapar emociones, en lugar de enfrentarlas, usan las apuestas como una forma de regulación emocional. Es una manera ineficiente de manejar el malestar, y eso incrementa la probabilidad de desarrollar un patrón problemático”, detalla.

El equipo también encontró similitudes con los consumos de alcohol o marihuana. “Comparten factores de riesgo como la impulsividad que implica la búsqueda de sensaciones y dificultad para demorar recompensas. Y en ambos casos, la combinación de varios consumos o modalidades -por ejemplo, apostar online y presencial, o mezclar sustancias - se asocia con formas más severas del comportamiento”, explica.

De la pandemia a la pantalla: un negocio para el ocio
El auge de las apuestas online, señala Michelini, no surgió de la nada. “Durante la pandemia se hizo más visible, pero ya venía creciendo. En ese contexto de alta virtualidad, donde también trabajábamos y estudiábamos frente a una pantalla, las empresas encontraron un gran negocio en el ocio digital”, describe. Y agrega: “Muchos adolescentes y jóvenes se vieron muy expuestos a estas plataformas, que ofrecen ‘recompensas’ inmediatas y utilizan estrategias sumamente eficientes para captar la atención”.

Según la investigadora, la combinación de digitalidad, novedad y recompensa inmediata vuelve especialmente vulnerables a las poblaciones jóvenes. “Tienen una tendencia a buscar experiencias nuevas, excitantes, y son más sensibles a las recompensas inmediatas. No importa que sean pequeñas: si son rápidas, ganan peso sobre las recompensas más grandes pero demoradas”, explica la investigadora del IIPSI.

Una etapa vital de alta vulnerabilidad

Michelini considera que los años de la vida universitaria resultan un momento particularmente propenso a desarrollar este tipo de vínculos. “Es una etapa de grandes cambios: horarios nuevos, decisiones nuevas, responsabilidades, independencia económica. Muchos estudiantes trabajan, manejan su propio dinero y están sometidos a altos niveles de estrés. Todo eso los vuelve más vulnerables a engancharse con comportamientos de riesgo”, sostiene.

Aunque su estudio no midió directamente el nivel socioeconómico, la literatura internacional muestra que las situaciones de desempleo, endeudamiento o precariedad aumentan la probabilidad de apostar de manera problemática. “Sabemos por otros estudios, como un informe de este año del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el ODSA (Observatorio de la Deuda Social Argentina) con población de CABA, que los grupos más vulnerables socioeconómicamente presentan mayor prevalencia de apuestas y de problemas asociados”, detalla.

Pero la investigadora aclara que el problema no se limita a las carencias materiales: también tiene una dimensión cultural. “Las apuestas existen desde hace mucho, pero ahora todo está gamificado: las apps, las redes, incluso las interacciones cotidianas. Esa lógica del juego permanente normaliza el acto de apostar”, advierte. 

La exposición constante a publicidades, influencers y figuras del deporte refuerza esa percepción. “No hay regulación en las visualizaciones ni en los contextos: aparecen en eventos masivos, recitales, partidos. Así, se instala la idea de que apostar es algo esperable para ser parte de la juventud”, explica.

El efecto trampa

Los expertos observan que las estrategias de captación de las plataformas digitales explotan sesgos cognitivos y emocionales propios de los usuarios jóvenes. “Las empresas ofrecen bonos de bienvenida o dinero por registrarse. Es un atajo cognitivo: ya tenés la recompensa antes de jugar. Eso genera un efecto inmediato en la toma de decisiones”, señala Michelini. Además, muchas apps permiten a menores abrir cuentas con simples falsificaciones de edad. Así, plantean desde el grupo de trabajo, el aviso de ‘prohibido para menores’ no tiene ningún efecto disuasorio: funciona como desafío. 

Las consecuencias  no siempre se traducen en adicción, pero sí en comportamientos problemáticos con impacto psicológico, social y económico. “Tener problemas con las apuestas no significa ser ludópata. La ludopatía es una forma extrema, de menor incidencia. Pero hay muchas formas intermedias donde ya se observan consecuencias: ansiedad, depresión, endeudamiento, conflictos con vínculos cercanos”, describe Michelini.

Mientras las pantallas se multiplican y las apuestas se vuelven parte del paisaje digital, el desafío, para Michelini y su equipo, es comprender cómo se cruzan el ocio, la emoción y la vulnerabilidad en una generación que creció entre estímulos inmediatos. Porque detrás de cada click no hay solo azar: hay un sistema que entiende muy bien cómo mantener a los jóvenes “jugando”.

Un desafío pendiente

Michelini reconoce que en Argentina aún faltan más investigaciones sobre apuestas en adolescentes y jóvenes. “Nuestro estudio se enfoca en universitarios y el de la EPRA en población general mayor de edad. Pero percibimos que la problemática en la escuela secundaria está generando mucha preocupación. Llaman la atención las alarmas que llegan de docentes y equipos escolares”, asegura.

 El acceso temprano a estas plataformas de apuestas, la falta de regulación y la potencia de la publicidad digital crean un escenario ideal para que más jóvenes incursionen en esta problemática. “Las apuestas tienen un funcionamiento similar al de las sustancias por lo que sería importante avanzar en normativas que las regulen, como ocurrió con el alcohol o el tabaco”, explica.

“Pese a las advertencias de algunos sectores y la evidencia que las investigaciones locales empiezan a arrojar, las apuestas no tienen casi ninguna regulación  y la preocupación institucional no siempre pasa por el impacto social, sino por lo que ocurre solo cuando el juego es ilegal. Sería importante desarrollar políticas con abordaje integral de la problemática, que hagan foco en las consecuencias en la salud mental y los costos socio-sanitarios que provoca”, concluye Michelini.

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