Acuerdo EE.UU. y Argentina: Lo mío es mío y lo tuyo es mío
EL INCREÍBLE ‘ACUERDO’ ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y MILEI QUE DEJA A LA ARGENTINA EN LA VÍA. ‘LO MÍO ES MÍO Y LO TUYO ES MÍO’, CANTA EL TÍO SCOTT. ¡VIVA LIBERTONIA! GROUCHO MARX AL GOBIERNO, TRUMP AL PODER. ¡ES UNA FIESTITA AL ESTILO JEFFREY EPSTEIN!
La señora Teasdale, viuda del último presidente de Libertonia se dirige al ex gerente de municiones ‘Eureka’, Rufus T. Firefly, el dictador elegido para gobernar el país.
–Su Excelencia, los ojos del mundo están puestos en usted. Díganos, si no es molestia, ¿cómo gobernará nuestra nación?
(comienza la música)
–Estas son las leyes de mi administración: Si se muestra cualquier forma de placer, infórmenme y prohibido será. Seré implacable. Así será: esta es la tierra de la libertad. ¡Libertad!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
–Casi arruinan este lugar. ¡Si creen que este país está mal ahora, esperen a que yo termine con él!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
–El Tesoro está casi vacío. Si creen que andamos cortos de dinero ahora, ¡esperen a que yo termine con él!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
–Los impuestos del país serán reformados. Sé qué hacer con ellos. ¡Si crees que estás pagando mucho ahora, ¡espera a que yo termine con esto!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
–¡Si alguien me discute le demostraré quién manda. Y a los traidores los pondremos contra la pared y… ¡pum!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
–No toleraré la corrupción. Soy estrictamente honesto, así que ¡cuidado! Si sorprenden a alguien recibiendo sobornos y no me dan mi parte, lo pondremos contra la pared y… ¡pum!
Coro: “¡Salve, salve Libertad!”
(Groucho baila, feliz)
Escena de ‘Sopa de ganso’ (Duck soup, 1933), una película de los Hermanos Marx. Groucho Marx es Rufus T. Firefly, el estrafalario nuevo dictador de Libertonia.
………………………………………...
Una vez más las noticias se dan a conocer desde Washington y en el idioma original del dueño de ambos países.
El documento se titula pomposamente ‘Joint Statement on Framework for a United States-Argentina Agreement on Reciprocal Trade and Investment’.
En castellano ‘Declaración conjunta sobre el marco para un acuerdo entre Estados Unidos y Argentina sobre comercio e inversión recíprocos’.
Curioso declaración ‘conjunta’ que se anuncia sin ceremonia protocolar con ambas banderas, ni con la presencia de representantes de los países que ‘acuerdan’, digamos.
Para qué.
Deciden los que mandan, y los que mandan son el presidente Trump y su secretario del Tesoro Scott Bessent. Nuestro tutor.
El mes pasado el ministro de Economía argentino, Luis Caputo, había afirmado:
–No. Estados Unidos no nos pide nada a cambio del swap por 20.000 millones de dólares.
Lo hizo sin ponerse colorado.
Nunca lo hace.
Solo tartamudea cuando miente y se pone nervioso.
Es decir, casi siempre.
Caputo espera órdenes, calla, se entera de las decisiones bilaterales al mismo tiempo que el resto de los argentinos, y se queja.
Mucho se queja.
Porque el dólar no puede flotar libremente.
Porque no los tiene.
Porque cada dos años la ‘opción incorrecta’ electoral que impide la felicidad es ‘el comunismo peronista’.
Porque a pesar de que como el pastorcillo del cuento promete acumular “más reservas de las que imaginan”, jura que ahora no puede. Pero el FMI –que quiere cobrar, obvio– le exige por enésima vez que “acelere la compra de reservas”. Porque no hay.
¿Las condiciones del acuerdo-imposición?
Es… una cancha inclinada hacia un arco. Diez penales para Estados Unidos, sin arquero. Más o menos así. Una humillación. O dos.
Para no aburrir con detalles, podrían resumirse en una estrofa del célebre tema ‘Pato trabaja en una carnicería’ compuesto por Moris en 1979.
‘Lo mío es mío y lo tuyo es mío’, cantan Donald y Scott, que así se cobran el swap, los votos-pánico para Milei y los 250 millones que Bessent se llevó con los intereses de la pantomima del rescate.
Una vergüenza.
Más que un acuerdo, la propuesta es una fiesta yankee con doma western de caballos, camisas a cuadros, botas de cuero de caña alta con punta de metal, jeans con cintos gruesos con hebillas y estrellas, sombreros cowboy, barbacoa, chili con carne, hot dogs, manteca de maní, gritos, wow, wow, wow, y temas de Dolly Parton.
Mmm… Tal vez me quedé corto.
Quizá se trate de otra clase de fiesta, más oscura, más heavy.
Una de las que organizaba Jeffrey Epstein.
Ese estilo.
Trump las conoce bien.
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