Por qué sube la fiebre y el ‘riesgo país’
¿Qué significa ese numerito del ‘Riesgo País’? ¿Por qué es tan importante? ¿Para qué sirve?
Nadie mejor que los argentinos conocen el riesgo de vivir en un país como éste, con una economía en crisis terminal, el consumo aniquilado, salarios congelados, empresas que cierran, desocupación y un gobierno ajustador, insensible, errático, venal.
Ningún número es capaz de reflejar lo que cada uno siente en la piel.
Entonces, ¿Qué significa ese numerito del ‘Riesgo País’? ¿Por qué es tan importante? ¿Para qué sirve?
¿Por qué tanta gente se agarra la cabeza cuando se entera que hoy está en 901 y en alza, listo para perforar la barrera de los 1.000 a partir del lunes?
A ver.
El ‘Riesgo País’ –‘Country Risk’– es un indicador que elabora el J.P. Morgan que mide –con el índice EMBI, ‘Indicador de Bonos de Mercados Emergentes–, la diferencia que pagan los bonos del Tesoro de los Estados Unidos sobre el resto de los países.
¿Que indica esa diferencia? Una sobretasa. Lo que debe pagar un bono extranjero por encima del rendimiento de los títulos a 10 años que emite el Tesoro de los Estados Unidos: hoy, 4,22%.
La tasa de interés que se le cobra a un país que pretenda tomar deuda, según la confiabilidad del Mercado Internacional. Si el Riesgo País es alto influye negativamente en las inversiones a largo plazo y complica las necesidades financieras del país.
Nadie te presta un mango.
Tomemos un ejemplo extremo: Ucrania. En guerra con Rusia desde febrero de 2022, tiene un Riesgo País de 2.686 puntos básicos. Si el rendimiento del bono norteamericano es del 4,22% (422 puntos), Ucrania debería sumar su 26,86% y pagar una tasa de… 31,08%.
Imposible.
El Riesgo País de Italia es de 90: pueden tomar deuda a un 5,12% (0,90 más el 4,22% del Tesoro norteamericano).
Dinamarca, un país medio aburrido con una economía ordenada, buen cine y rendidores jugadores de fútbol, tiene un índice negativo de -15 puntos. Restan esa cantidad al rendimiento del bono de EE.UU (422 menos 15: 407) y pagan solo un 4,07%.
Para tener una idea de cómo va la cosa en el resto de la comarca, España tiene un Riesgo País de 60, Portugal 45, Bélgica 58, Uruguay 122, Brasil 193, Reino Unido 202, Perú 165, Chile 104, España 60 y Japón -112.
El 8 de enero de éste año, cuando el Riesgo País argentino estaba en 560 puntos, Toto Caputo se relamía pensando en que, si seguía la tendencia a la baja, podría tirarse de cabeza a tomar deuda al mercado internacional, que es lo suyo. El oficio del buen tahúr.
No pudo ser.
En la primera semana de abril Argentina ya no tenía dólares para cubrir su deuda y el préstamo salvavidas del FMI se posponía de manera dramática. El Riesgo País legó a los 925 puntos. Todos estaban con el agua al cuello.
El 14 de abril Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos estuvo menos de 24 horas en Buenos Aires. Esa visita cambió todo. Se cerró el nuevo préstamo de 20.000 millones y el gobierno, eufórico, anunció el fin del ‘cepo cambiario’.
No era cierto, pero a quién le importa la verdad en estos desdichados tiempos. Como diría Von Clausewitz, el cepo continuaría ‘por otros medios’.
En apenas cuatro meses, el equipo económico de Caputo las hizo todas.
Todas mal.
No cumplieron las metas de acumulación de reservas que le había impuesto el FMI –que quiere asegurarse el cobro de su préstamo–, armaron un andamiaje contable para trasferir deuda del Banco Central al Tesoro y así seguir gastando dólares para mantener baja su cotización, desactivaron las LEFI (Letras fiscales de liquidez) que absorbían el stock diario de moneda excedente, subieron la tasa al infinito y se pelearon con los bancos: le aumentaron tres veces en un mes los encajes –la porción de los depósitos que se inmoviliza para garantizar liquidez y prevenir corridas– y les ‘encajaron’ –a Caputo encantan los juegos de palabras, se ve– unos bonos que nadie quería.
Uf.
Contagiado por la tierna ilusión del ‘empate técnico’ confesada por Milei en el casi íntimo acto de cierre de campaña en Moreno, Caputo se patinó 550 millones de dólares en tres semanitas solo para evitar que el dólar perfore el techo de la banda donde nunca flotó. Sacó un empate carísimo.
Después de guardarse por unos días mientras todo estallaba, el ministro decidió sumarse a la deslumbrante gira terapéutica del presidente por California.
Antes que el Milei charlara sobre los misterios del cosmos con la astronauta argentina Noel de Castro, el ministro Caputo –cuyo rostro ya alcanza la imbatible dureza del diamante– reunió a unos ejecutivos de Fondos de Inversión y juró ‘pordióylavirgen’ que “su interés por invertir en nuestro país es inmenso, todos tienen una enorme admiración por los logros del gobierno en estos 20 meses”.
Cómo no creerle.
Hace diez días, mientras se difundían los audios de Spagnuolo y María Paula Godoy grababa el hit ‘Karina es alta coimera’, intentó transmitir tranquilidad y, con su mejor estilo canchero, explicó:
“Sí, puede que en el corto plazo haya cierto impacto en el nivel de actividad, pero eso se recompondrá rápidamente post elecciones, porque el resultado va a ser muy favorable a La Libertad Avanza”.
Ahá.
El problema es que el Mercado cree –como mucha gente en el país, en el resto del planeta Tierra y también en Ganímedes, el satélite más grande de los que orbitan Saturno–, que al oficialismo no le va a ir tan bien el domingo.
Los dueños de la tarasca también advierten que al gobierno ya no le quedan más naves que quemar.
Sensibles, atentos y vigilantes, perciben que les resultará muy complicado seguir interviniendo para controlar al dólar. No habrá con qué hacerlo.
El FMI –como sucedió en la Primera Temporada de 2018–, hace rato pide la cabeza de Toto Caputo, ‘el mejor ministro de la historia’ según Milei. Todos imaginan otra foto suya tomando sol en Ipanema. Parte II.
Mientras todo esto sucede, Sturzenegger y Pablo Quirno se postulan para manejar el timón económico del Titanic. Curiosa interna after iceberg.
Mmm…
Huele a devaluación.
Huele a default.
Alguien repetirá la frase ‘reperfilamiento de deuda’, una creación del imaginativo Hernán Lacunza, último ministro de Economía de Macri, antes ministro de Vidal en la provincia y hoy vice de Diego Milito en Racing, en donde repite su fórmula del éxito constante.
Reperfilar, técnicamente, es ‘extender los plazos en los que se pagará una deuda sin reducir el monto ni los intereses’.
En tiempos sin tanta corrección política se lo llamaba ‘Pagadios’.
Aunque Dios no sea exactamente el Dios de la Biblia, sino el pueblo de la Nación. Los que estamos afuera del 3%, digamos.
Espero haber sido claro.
Por todo esto, compatriotas, nos sube la fiebre y el Riesgo País.
Y seguimos vivos de milagro.
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