El escritor y poeta tucumano Marx Bauzá presentará su quinto libro de poesía, Paisajes Conurbanos, el próximo lunes 15 de diciembre a las 20:30 en CiTá, Abasto de Cultura (Lamadrid 1457, SMT).

Tras su anterior obra, marcada por la desolación pandémica "Treinta poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional), Bauzá ofrece un giro radical. "Paisajes Conurbanos vuelve a la tierra. Vuelve a la comunidad", afirmó el autor, durante esta entrevista que realizamos, mientras disfrutábamos de una achilata, en algún lugar del conurbano tucumano.

Paisajes Conurbanos es tu quinto libro publicado, ¿en qué momento de tu vida llega el texto?

Así es: Paisajes Conurbanos es mi quinto libro de poesía publicado, y llega en un momento de madurez emocional y de una conexión muy honesta con la tierra, el barro y mi gente. Mientras mi cuarto libro –Treinta poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional– fue escrito en un contexto marcado por la desolación, la enfermedad y la muerte durante la pandemia, este nuevo poemario nace desde otro lugar. Aquel libro necesitó despegar y orbitar: era una forma de sobrevivir imaginando ciencia ficción para tolerar lo que nos atravesaba.
En cambio, Paisajes Conurbanos vuelve a la tierra. Vuelve a la comunidad.

Es un libro que mira de frente la recuperación de los vínculos sociales, la búsqueda de estrategias colectivas que nos salven y nos cuiden. Es, de alguna manera, una oda a la vida en la periferia: al barrio popular, a la villa, a esos márgenes donde también late lo humano.

Paisajes Conurbanos es un poemario que encuentra belleza en lo cotidiano: en el murmullo de los gorriones, en los perros callejeros durmiendo a la sombra de un camión con las ruedas pinchadas mientras pasa el achilatero. Es un libro fresco, para leer en la pelopincho escuchando cumbia.

Habla también de las herramientas del vecino que se oxidan porque no consigue trabajo, pero aun así se sienta con su compañera a compartir unos mates y una charla tranquila. De los gatos que entran por la ventana de noche y desparraman la bolsa de residuos. De un castillo inflable que unas familias logran alquilar con esfuerzo para que una nena viva un cumpleaños inolvidable. Habla de lo simple y lo real: de la vida ocurriendo sin grandes pretensiones, como un pequeño movimiento de Chopin tocado desde el corazón.

Es un poemario humilde, honesto, y no necesita nombrar ninguna ideología: creo que la sensibilidad, la mirada sobre el mundo y la forma de habitarlo dicen mucho más que cualquier etiqueta.

El título sugiere que en Tucumán también hay un conurbano. ¿Cómo se dio el trabajo creativo?

Totalmente. Tucumán, por su tamaño y su densidad poblacional, es prácticamente un conurbano en sí mismo: una provincia donde la mayor parte de la gente se concentra en la Capital y en ese anillo de ciudades y comunas que la rodean. Más temprano que tarde, el Gran San Miguel de Tucumán va a terminar siendo uno de los conglomerados urbanos más relevantes del país.

Yo vivo en una de esas ciudades satélite: Las Talitas, la típica ciudad dormitorio al norte. Una mezcla de historia grande y vida cotidiana mínima: desde el hecho de que Julio Argentino Roca nació acá, pasando por la presencia imponente del Arsenal Miguel de Azcuénaga, uno de los centros clandestinos de detención más grandes del norte argentino, hasta detalles tan íntimos nuestros y comunes con otras ciudades del norte como los árboles de mangos y paltas creciendo en los fondos de las casas de los barrios populares. 

El conurbano tucumano tiene cosas que son una marca de identidad: la achilata, el panchuque, las tortillas delgadas, el mate cocido en jarro; el sanguche de milanesa con ají y Mirinda Manzana; los parlantes para afuera sonando cumbia a un volumen casi ilegal; los carros tirados a caballo; la gente caminando por la calle porque faltan veredas. Es un universo que a veces parece más delirante que el Macondo de Gabriel García Márquez o el Springfield de Matt Groening, pero que al mismo tiempo es profundamente real y entrañable.

Todo ese olor a aca, toda esa tucumanidad sin filtro, está en el libro. Y me da orgullo. Yo amo los lapachos amarillos en flor, el canto de los grillos y los coyuyos en verano. Amo este territorio. Posta.

El trabajo creativo nació caminando mi propio barrio. Mucha gente imagina que por hablar varios idiomas o publicar afuera debo vivir en una mansión de country. Pero no: vivo orgullosamente en la villa. Cuando subo al 101 digo “a la villa, por favor”, y no se me cae nada cuando en el GPS de Uber aparece que mi barrio está en el registro del RENABAP.

No sólo John C o Tito Quiroga son de Las Talitas.

Marx Bauzá también. Y a mucha honra.

Mis abuelos estuvieron entre los primeros habitantes de Villa Mariano Moreno, mucho antes de que fuera municipio. Todo eso es raíz, es historia, es identidad. Y de esa tierra sale Paisajes Conurbanos.

¿Sos un poeta del conurbano tucumano?

Yo creo que, más que encasillarme, lo que he demostrado en estos años es que soy un poeta del pueblo y, sobre todo, un poeta profundamente humanista. Mi poesía nace de lo cercano, de lo cotidiano, de lo que tengo al alcance de la mano, pero al mismo tiempo aspira a algo universal: a tocar fibras que cualquier persona, viva donde viva, pueda reconocer.

No entro en un único canon ni pretendo hacerlo. Me habitan muchas voces, y esa multiplicidad me vuelve inclasificable para la Academia. Y, sinceramente, creo que ahí está uno de mis mayores atractivos: la libertad de no tener que responder a una única estética ni a una sola tradición.

Mi escritura vive en tensión entre el Eros y el Tánatos; entre la vida que late en las pequeñas cosas y la conciencia permanente de la finitud. Se me va la vida en esto de escribir. Y mi mayor temor no es romper con un canon, sino no ser fiel a mí mismo, a mis ideas y a la gente que me lee.

A la vez, tengo la enorme fortuna —y también el desafío— de ser acompañado tanto por la crítica como por los lectores. Eso no lo doy por sentado. Lo agradezco profundamente.

Si ser poeta del conurbano tucumano significa escribir desde el territorio que habito, con honestidad y con amor, entonces sí: lo soy. Pero soy, ante todo, un poeta de la gente, abierto al mundo.

¿Para quién escribís?

Fundamentalmente, escribo para mí mismo. Para ese yo interno que necesita, a veces, un cross a la mandíbula y, otras, una caricia que alivie al niño interior cargado de traumas y memorias difíciles. Pero también escribo para ese lector o lectora que busca una palabra que lx sacuda u otra que lx acompañe.

Me gusta emocionar y conmover. Cuando un poema o un relato consigue generar una conexión profunda con quien lo lee, cuando alguien se siente visto o interpelado por lo que escribo, ahí soy verdaderamente feliz.

A veces me pregunto qué pasará el día que mi narrativa llegue a un público masivo. Es un interrogante abierto, una ventanita hacia el futuro que aún no tiene respuesta. Y está bien que así sea.

¿Estás trabajando en otro texto?

Mi sexto libro de poesía ya existe —nació silenciosamente— aunque todavía no lo presenté formalmente. Se titula Entre la lucha y la entrega y es un homenaje a los antiguos poetas griegos que escribían odas a los ganadores de las olimpíadas y en particular a un karateca tucumano que ganó la presea dorada en Toronto 2016, llamado Mike Amargós.

Es un poemario que combina homoerotismo, la disciplina y la sensibilidad de un deporte olímpico como el karate, y una estética profundamente influida por la cultura japonesa. Es una obra muy querida, de la cual pude hacer sólo unos cincuenta ejemplares porque cada vez se complica más publicar.

Además, tengo varios libros terminados —de poesía, cuento y novela— esperando su turno para ver la luz. No sé cuál será el próximo en salir; es parte del misterio y del proceso creativo.

La presentación

La velada contará con las palabras preliminares de Alejandra Burzac Sáenz, presidenta de SADE Filial Tucumán, y el texto de contratapa de la poeta Alejandra Díaz. La lectura de poemas estará a cargo de reconocidos poetas locales: Juan Gómez Romero, Julián Luna Pastore, Virginia Weiss, Gonzalo Roncedo, Gustavo Luján y Romi Carrizo. Flavio Cruz será quien musicalizará la jornada. 

Así escribe

Paisaje Conurbano

Las gallinas de Doña Marta

andan sueltas en la calle.

Van, vienen.

Pían, comen yuyos y pequeños insectos.

Sus pollitos andan cerca.

Beben agua del cordón cuneta.

La mañana transcurre lenta.

Pasa el sodero.

Un vecino va con su garrafa a cuestas.

Sonríe.

Un perro se rasca.

Vuelve ella con una bolsa repleta de choclos.

El futuro huele a humita,

con queso cuartirolo y fritillo

en todas las mesas de la cuadra.

Este paisaje conurbano es tan sencillo,

como la plegaria de una vecina

rezando en soledad

frente a la estampa de Cristo

o las lágrimas adolescentes

de quien deja ir

un amor perdido.

 Del libro "Paisajes Conurbanos".

 El autor

Marx Bauzá (n. 1980, San Miguel de Tucumán) es poeta, escritor, gestor cultural y artista conceptual residente en Las Talitas. Es miembro ejecutivo de Writers Capital International Foundation y también es Coordinador en Jefe para Argentina del Festival Internacional de Literatura Panorama. Es un autor prolífico con seis libros de poesía editados, incluyendo títulos destacados como "Paisajes Conurbanos" (2025) y "Treinta poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional" (2023).

 Su trayectoria incluye importantes reconocimientos, como el Primer Premio en la Bienal Federal (2020) y múltiples menciones internacionales en España y Chile. Como gestor cultural, es miembro ejecutivo de la Writers Capital International Foundation y Coordinador en Jefe para Argentina del Festival Internacional de Literatura Panorama (UNESCO/Vaticano). Recientemente fue distinguido como "Ciudadano destacado de Tucumán" (2024) por su labor profesional.  Participó de más de 25 antologías poéticas a nivel local, nacional y latinoamericano.