Afuera y adentro
La Democracia sufrió una nueva lesión, que se suma a otras tantas.
Convirtieron la CABA en una exhibición obscena de poderío represivo. Vehículos flamantes, tanquetas nuevas, efectivos con trajes de Robocop, armas de todo tipo, vallas en un perímetro exagerado... todo, "para impedir que la protesta perturbe el tránsito".
Amenazas públicas, requisas ilegales, filmaciones clandestinas, infiltrados ridículos... ¿rige el Estado de Derecho? Parece que no.
Afuera, miles y miles de jubilados, trabajadores activos, sindicatos, estribillos, banderas y carteles. Como la policía no provocó, no hubo incidentes.
Adentro, un espectáculo lamentable: gritos, insultos, payasadas, denuncias graves. Y votos. 129 a 108. El DNU ilegal (un fiscal ahí, por favor) quedó firme. 129 diputados avalaron un acuerdo por no se sabe cuántos dolares, ni a qué interés, ni cuándo vendrán, ni adónde irán, ni cuándo habrá que devolverlos.
La ministra represora gastó mucho dinero para usar sus juguetes bélicos y paralizar media ciudad; pero no la dejaron pegar, gasear ni tomar prisioneros. No hacía falta: ya tenían los votos.
Fue un día extraño. El mandatario sin cargo oficial que maneja al presidente decretó un mini estado se sitio por una docena de horas.
El gobierno festejó con mentiras, como siempre: 500 personas, estimó en plena alucinación el presidente. La movilización venció al amedrentamiento, la manifestación fue multitudinaria.
Pero la Democracia sufrió una nueva lesión, que se suma a otras tantas...
Afuera y adentro.
Juan Carlos Di Lullo